viernes, 15 de enero de 2010

Una serie de catastróficas desdichas: Teddy Pendergrass

El pasado miércoles murió Teddy Pendergrass, cantante de soul y R&B, estrella de la balada romántica e icono sexual para muchas mujeres a finales de los años setenta. Sólo unos cuantos medios de comunicación se han hecho eco de la noticia, con breves obituarios o semblanzas que recuerdan su mejor época (véase, por ejemplo, el artículo de José Manuel Gómez en El Mundo, "Aquellos chulazos souleros"). La verdad es que no debe extrañarnos esa ausencia en la prensa, porque Pendergrass apenas era conocido en España. Sus canciones, que fueron éxitos indudables en Estados Unidos, llegaron con cuentagotas a nuestro país y su fama quedó eclipsada por Barry White y Marvin Gaye, quienes contaron con mayor seguimiento internacional.
Los escasos artículos que circulan sobre Pendergrass tienden a compararlo con Marvin Gaye y a situarlo en un escalafón más bajo. Quizás sean acertados los juicios, porque la categoría de Gaye es difícil de igualar. En cambio, no creo que sean afortunados los comentarios que tachan a Pendergrass como un simple imitador de su música, a pesar del parecido físico, del estilo cadencioso, de la fama de mujeriegos y del infortunio que se cruzó en la vida de ambos.
Justo cuando se encontraba en la cima de su carrera artística, después de haber vendido cientos de miles de discos y de haber conseguido una nominación a los Grammy, por su magnífico tema 'Close the door', Pendegrass sufrió un accidente de tráfico que le afectó a su espina dorsal y le dejó inmovilizado de cintura hacia abajo. Fue el 18 de marzo de 1982. El cantante conducía su Rolls-Royce camino de casa, en Philadelphia, acompañado de una transexual que había conocido esa misma noche en un club; cuando le fallaron los frenos y empotró su vida contra un árbol. A partir de ese momento, el atractivo cantante de casi dos metros de altura, que despertaba el apetito sexual de su público, con su torso medio desnudo y sudoroso, pasó a convertirse en el pobre cantante de casi dos metros de altura, que despertaba piedad entre los espectadores. Desde su silla de ruedas, la potente y áspera voz de Pendergrass quedó seccionada, oprimida en su diafragma.
Aun así, Pendergrass tuvo fuerza suficiente para continuar publicando discos. En 1984, grabó el tema 'Hold me' a dúo con Whitney Houston y lanzó la carrera de ésta cuando todavía era una desconocida. Más adelante, se enroló a una gira de conciertos gospel y escribió una autobiografía (Truly blessed) en la que se muestra agradecido a Dios, bendecido a pesar de todo. Pero su presencia se fue haciendo cada vez más intermitente. Antes de que le diagnosticaran el cáncer de colon que le ha llevado a la muerte, con apenas 59 años, su voz volvió a sonar con la canción 'Wake up everybody', que fue uno de los emblemas sonoros de la campaña electoral de Barack Obama en 2008, otro de los fuegos de artificio de la "ilusión" norteamericana.
Como ocurre en tantas ocasiones, la muerte de un artista representa su mejor carta de presentación ante el público que aún no ha oído su nombre. Teddy Pendergrass formó parte de una generación de cantantes negros que ya no estaban obligados a reivindicar derechos y a hacer alusiones a la política en sus discos. Sus canciones hablan principalmente de amor, y después de amor, con algo de cortejo sensual, que no vendría mal recuperar. Aunque el pub y el sofá de 'skay' rojo estén pasados de moda.

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