viernes, 31 de julio de 2009

Los grandes de la guitarra eléctrica en 'LHS'

'La huella sonora' no va a descansar este verano, a pesar de que algunos nos vayamos de vacaciones prolongadas durante el mes de agosto. El señor Mateos conducirá el programa a partir de este domingo, con una propuesta musical de las que a él le gustan: una buena sesión de rock y de maestros de la guitarra eléctrica. Este será el listado de temas que sonarán el próximo domingo, como siempre a las once de la noche, en Radio Guadaíra. Yo me despido hasta septiembre del programa, pero amenazo con actualizar el blog, siempre que la playa y las sobrinas me dejen un hueco. A disfrutar.
- John Lee Hooker: 'Lead me'.
- Jimi Hendrix: 'Hey Joe'.
- Eric Clapton: 'Cocaine'.
- Santanta: 'Europa'.
- Stevie Ray Vaughan: 'Mary had a little lamb'.
- Gary Moore: 'Walking by myself'.
- Paul Gilbert: 'My religion'.
- Andy Timmons: 'Cry for you'.
- Joe Satriani: 'Surfing with the alien'.
- Steve Vai: 'The crying machine'.
- Van Halen: 'Panama'.

jueves, 30 de julio de 2009

Memoria sonora de Londres

Fin del trayecto. Regreso a casa después de una semana maravillosa en Londres, donde he ejercido como buen visitante primerizo, recorriendo la ciudad hasta la extenuación. He paseado por las calles, plazas y parques marcados en todos los itinerarios, he pisado los museos más importantes y he probado bocado en restaurantes de todas las nacionalidades, aun a riesgo de castigar mi maltrecho estómago. Como todo turista aplicado, he fotografiado cada monumento que me ha llamado la atención, llámese puente, catedral, palacio o guardia real. Sin ánimo de parecer odioso, puedo decir que todo ha sido magnífico: el cielo ha estado nublado (como mandan los cánones londinenses), el termómetro no ha sobrepasado los 22º ningún día y nadie me ha tosido encima, con lo cual el fantasma de la swine flu desapareció pronto. El mayor riesgo, quizás, haya estado en el tráfico, del que no me he acostumbrado hasta el final, como viajero cateto que soy.
Tengo guardada ya en mi mente una imagen imposible de Londres, que abarca estos siete días vividos deprisa. Un escenario mental que no podrá estar recogido en ningún archivo de ordenador, por más que me empeñe en digitalizar fotografías. Es una especie de recuerdo entrañable, anticipado, que me hará dibujar una sonrisa y reinventar los momentos compartidos siempre que se mencionen. Es algo más que un destello en la memoria: un eco que resuena con diferentes melodías. Melodías que surgen de un sitar mugriento en uno de tantos subterráneos, o que brotan de la garganta quemada por el alcohol de una drag-queen. Inolvidable ese "manolo" cantando el 'Hello, goodbye' de los Beatles en un pub de Charing Cross, coreado por un grupo de hooligans. Como también fue inolvidable el musical de Queen. Cada tarde regresaba al hotel, después de una buena sesión turística, y no tenía más remedio que toparme de frente con una figura dorada de Freddy Mercury. Está en Tottenham Court Road, sobre la puerta de acceso al Dominion Theatre, apenas a un minuto del lugar donde me alojaba, y me amenazaba con gastar las pocas libras que iban quedando en el bolsillo. Cada día la misma escena: cansados, parados en el semáforo delante del cartel publicitario y la silueta kitsch de Mercury. El miércoles no tuvimos más opción que claudicar y comprar las entradas para el show.
Me senté con recelo en la butaca, esperando lo peor. Los musicales no son de mi gusto, creo haberlo dicho ya. Y para mayor desasosiego, tengo a Queen y, sobre todo, a Freddy Mercury en una especie de altar musical, del que pocos "santos sonoros" lo desbancan. No sabía por dónde iba a salir aquello, no tenía ninguna referencia sobre el espectáculo y tampoco estaba dispuesto a pagar cuatro libras por el programa. Así que temía lo peor cuando se levantó el telón. Sobre un escenario extraño y "futurista", unos personajes decían que la música y la creatividad estaban amenazadas... El guión era lo de menos. Más aún cuando mi escaso nivel de inglés me obligaba a intuir los diálogos. Pero no las canciones, que se sucedieron una tras otra, bien engarzadas, con unos actores-intérpretes que me dejaron fascinados durante tres horas de espectáculo. ¿De dónde habían salido esos tipos? Por un momento dudé si aquello era un playback y los músicos de los laterales, un holograma.
Después he sabido que el musical al que asistí, 'We will rock you', creado por Ben Elton, es un éxito en Londres desde 2002. Lleva nada menos que siete años en cartel y con una demanda de entradas impresionante cada día. Lo pude comprobar a diario mientras cruzaba hacia el hotel. Colas que se repiten incluso dos veces los sábados, en sesión doble. Y que se han exportado a otros países, entre ellos España, donde el Teatro Calderón de Madrid sigue acumulando notables recaudaciones. Está claro que en estos escenarios no se escucha la voz de Freddy Mercury, ni se vibra con la misma intensidad que en un concierto. En cambio, el musical propone un espectáculo diferente, visual y sonoro, del que me imagino estaría orgulloso el propio Mercury. Brian May y Roger Taylor guardaban temores al inicio, y ahora, por declaraciones que pueden leerse, no caben en sí mismos de tanto gozo. Se entiende que la fiebre del musical les reporta grandes dividendos. Mientras no mengüe la calidad de los directos, como es este caso, no hay nada que reprochar.
Cuando salí del Dominion Theatre, miré hacia arriba a la figura de Mercury y esbozé la sonrisa que algunos tendrán que soportar cuando hable de mi primera visita a Londres. El espectáculo no me había decepcionado. Todo lo contrario. Tuve la sensación de estar viendo un nuevo icono de Londres. Un objeto que se parece ya a un monumento, una especie de Tower Bridge o de Big Ben a la escala pop del consumo, pero que se retiene en la memoria con tanto o más cariño que cualquier postal clásica.

jueves, 23 de julio de 2009

'Across the universe': un pastiche innecesario

Propongo fundar una asociación que vele por el respeto y la dignidad del mayor grupo de música de la historia, los Beatles, con potestad jurídica y suficiente fuerza legal como para frenar o castigar los crímenes que se cometan sobre sus canciones. Si es que no existe ya. Que me parece que no, visto lo de anoche. Canal Plus emitió la película Across the universe (2007), de la que ya había leído sinopsis y críticas varias con cierto temor. Un temor que se confirmó a medida que pasaban los minutos, mientras mis ojos y oídos quedaban estupefactos ante tal pastiche. La cinta no puede ser más simple: una historia de amor ambientada entre Liverpool y Estados Unidos, ante el telón de la guerra de Vietnam y las protestas universitarias; todo ello, engarzado ("estructurado" es mucho decir, porque la coherencia brilla por su ausencia) con temas de los Beatles, que funcionan, la mayor de las veces, a modo de diálogo entre los personajes. Personajes que, por cierto, tienen nombres familiares para los aficionados a la banda británica: Jude, Lucy, Sadie, JoJo, Prudence... Eso es todo.
En fin, el kitsch personificado en 130 minutos de grabación y con canciones de los Beatles como objeto arrojadizo. Debo reconocer que el musical no es mi género preferido en el cine, pues creo que siempre es una apuesta arriesgada, sin término medio, que o bien sale genial, o bien se convierte en una pifia mayúscula, como este Across the universe. Salvo obras maestras como Cantando bajo la lluvia o Cabaret, pocos musicales han logrado engancharme y mantenerme, al menos, atento. Pienso que el guión debe tener suficientes motivos como para que los actores empiecen a cantar y a bailar por las buenas, sin estar justificado. No me parece creíble, ni estético, que un personaje esté hablando y, de repente, sin previo aviso, suene una melodía y comience a canturrear. Es como una patada en el estómago. Ya sé que se trata de una ficción y que "todo-es-posible-en-el-cine"... Pero no me gusta, lo considero antinatural.
Exceptuando alguna interpretación, alguna revisión original, Across the universe está plagada de patadas en el estómago. Nada menos que 34 canciones de los Beatles aparecen en la película, colocadas con calzador en un procentaje muy alto. Y esto es así por lo que apuntaba antes: porque no existe un argumento sólido, una historia que te atrape verdaderamente, que te diga algo nuevo o te emocione. Los mimbres no pueden ser más débiles. Razón por la que las canciones se suceden sin mucho sentido, como si se trataran de vídeo-clips independientes unos de otros.
Por ser benevolente, en esta película podría salvarse de la quema alguna ambientación original, como la del circo improvisado de Mr. Kite, o la aparición curiosa de Bono, cantante de U2, interpretando 'I am the walrus'. Pero poco más. Por lo que leo en Internet, el filme estuvo nominado a los Oscar por su diseño de vestuario (vale) y a los Globos de Oro como mejor comedia-musical (corta tendría que estar la cosa el año pasado).
Sin embargo, para el aficionado o "creyente" de los Beatles poco importan los asuntos de vestuario o atrezzo. Across the universe la publicitaron como un musical "maravilloso" y no es más que un pastiche innecesario, gratuito. Libre para destrozar algunas de las canciones más hermosas que se han escrito. Por eso, como decía al principio, propongo una asociación (o si quieren, una Inquisición) que castigue o encarcele a los autores de semejantes bazofias.
P.D.: Si les he parecido duro, recomiendo que lean la crítica de mi venerado Carlos Boyero.

domingo, 19 de julio de 2009

La música británica, protagonista esta noche de 'LHS'

Ahora que preparo las maletas para viajar a Londres, el señor Abeja y yo pensamos que sería una buena idea hacer un repaso a la mejor música británica de las últimas décadas. El rock y el pop surgidos en las Islas es (casi siempre) sinónimo de calidad, y mucho más si se tienen en cuenta los grupos que van a sonar esta noche, a partir de las once, en Radio Guadaíra: Beatles, Kinks, The Who, Oasis, Blur, Radiohead... Una buena combinación, en la que se echan de menos (no podía ser perfecta), algunos clásicos de los Rolling, Elton John o Queen. Pero, qué le vamos a hacer, en una hora no entraban más. Quizás, le dediquemos otro programa más al asunto. Aquí les dejo el listado completo, por si quieren hacer alguna observación.
- The Beatles: 'Please, please me'.
- The Kinks: 'You really got me'.
- The Who: 'I can´t explain'.
- The Police: 'Peanuts'.
- The Pretenders: 'Don´t get my wrong'.
- Simply Red: 'Remembering the first time'.
- King: 'Love and pride'.
- Oasis: 'Don´t look back in anger'.
- Blur: 'Beetlebum'.
- Supergrass: 'Alright'.
- The Verve: 'Bittersweet simphony'.
- Crowded House: 'Fall at your feet'.
- Radiohead: 'High and dry'.

martes, 14 de julio de 2009

'Triunfo' y los vestigios de una prensa musical en España

Con la explosión masiva de los medios audiovisuales en las últimas décadas, han sido muchos los sectores de la información especializada que han sucumbido en sus proyectos. Entre ellos se encuentra la prensa musical, generalmente semanarios o mensuales dedicados al rock o al pop, y con menos asiduidad, a la música clásica. Es evidente que la televisión, la radio e Internet eclipsan todo ese material informativo y desplazan irremediablemente a las revistas que hasta hace varios lustros ocupaban un lugar privilegiado en los quioscos. Las páginas de aquella prensa musical tenían el atractivo, cómo no, de la actualidad, de lo puramente periodístico, pues solían presentar las noticias de grupos y cantantes, las agendas de conciertos, las novedades discográficas más destacadas o las críticas respectivas a esos álbumes; pero también ostentaban un “gancho” o un interés que radicaba en lo literario. Este último factor era el imán que acercaba, en muchos casos, a un público variado, no exclusivamente joven, a sus páginas.
No hay más que recordar el ejemplo de la revista Rolling Stones, nacida en Estados Unidos en 1967, que contó desde su lanzamiento con una importante nómina de periodistas especializados en los ámbitos del rock, el pop o el jazz, e interesados, igualmente, por la literatura. Algunos autores seleccionados por Tom Wolfe en su antología del Nuevo periodismo norteamericano figuraron en la mancheta de este magacín, antes -o después, incluso- de alcanzar la fama como periodistas o novelistas reputados. Hablar de la música popular a finales de los sesenta o a lo largo de los setenta no era una cosa banal -en realidad, nunca lo ha sido- o de menor entidad. El rock era -y sigue siendo- una manifestación cultural de primer orden que no había que desdeñar, pues iba de la mano de una sociedad cambiante. Una sociedad que, en su base juvenil, estaba alentando una transformación en lo ideológico y en las pautas de comportamiento, que se interesaba por los asuntos políticos y que se manifestaba, con mayor o menor repercusión, en los temas más diversos, ya fueran el pacifismo, el ecologismo o la libertad sexual.
Rolling Stones y el "nuevo periodismo". El caso de Rolling Stones es utilizado como el paradigma de esa prensa musical que trascendía la especialización y se inmiscuía en un discurso global, en terrenos informativos supuestamente ajenos. Lo hacía, generalmente, de forma desenfadada, proyectando una visión crítica de la música y su circunstancia -aunque esa crítica fuera, por lo común, superficial e intuida-. Un recorrido por las hemerotecas nos transportaría, por ejemplo, hasta artículos opuestos a la guerra de Vietnam, entrevistas desinhibidas donde los artistas aprueban el consumo de drogas y promueven su legalización, o reportajes en los que la música permanece como un simple hecho anecdótico, dentro de un contexto más interesante. Desde el prisma de los géneros periodísticos, fueron precisamente los reportajes los que merecían una mayor atención para el lector. Algunos de ellos, haciendo un alarde literario, estaban cargados de giros lingüísticos expresivos, de metáforas, onomatopeyas o puntos suspensivos. Sus contenidos, a veces, proponían auténticas aventuras, narradas con más ficción que realidad. El periodista podía adentrarse en la intimidad del camerino y transcribir literalmente los diálogos de los músicos, o bien podía contar en primera persona la odisea de una gira, recreando una especie de road movie, que, más tarde, ha inspirado a más de un cineasta (véase, si no, Casi famosos, de Cameron Crowe).
La irrupción en España. Ese tipo de prensa musical hizo estragos en el entorno anglosajón a partir de la década de los sesenta, coincidiendo con el boom del rock y el desembarco de los grupos británicos en Estados Unidos: Beatles, Rolling, The Who… La España de entonces, anquilosada en la dictadura, comenzó una cierta apertura formal e irremediable en algunos aspectos culturales. Quisiera o no el franquismo, el rock and roll se introdujo por los resquicios sociales abiertos, entre una juventud ávida, como la de cualquier otro país, por descubrir nuevas formas de expresión. Junto al rock, llegaron nuevos modelos en la comunicación, que se manifestaron en la radio, la televisión y la prensa. Esta última absorbió los patrones periodístico-literarios ya mencionados, al estilo de la revista Rolling Stones, aunque con algunas excepciones. Nacieron nuevas publicaciones especializadas, algunas tan gratificantes como Disco Express, fundada en Pamplona en 1968, con una arriesgada propuesta dirigida al underground; mientras que otras se modificaron, dando cabida a un mayor número de trabajos relacionados con la música. Uno de los casos más significativos fue el de la revista Triunfo, que ya poseía una trayectoria consolidada en el panorama periodístico español. El semanario que dirigió José Ángel Ezcurra se fundó en 1946 como revista especializada en el cine y los espectáculos. Fue, precisamente, a mediados de los sesenta, coincidiendo con la eclosión de los temas musicales en España, cuando la publicación giró a los contenidos generales, ampliando su arco de atención. La censura obligaba a Triunfo a centrarse en asuntos políticos internacionales y en otras cuestiones sociales que antes no estaban en su punto de mira. Entre esas cuestiones se hallaba la música en su más amplia acepción. De hecho, firmas de prestigio como la de Luis de Pablo se ocuparon temporalmente de la música clásica, mientras que especialistas en flamenco, como es el caso de Moreno Galván o Félix Grande, consiguieron dignificar este arte y tratarlo desde una perspectiva teórica que iba más allá de la espontaneidad y del escaso respeto que se practicaba en ciertos tablaos.
El análisis de Diego A. Manrique. Triunfo fue una revista ejemplar en muchos sentidos, ya abordados en diversos estudios universitarios. Sin duda, su línea editorial, crítica y “posibilista” -como la calificó Vázquez Montalbán-, merece especial atención por otras cuestiones que van más allá de la música. Pero no por esto debe olvidarse su aportación a esta prensa. Sobre todo, a partir de los setenta, el rock comenzó a difundirse gracias a firmas como la de Diego A. Manrique, que supo aunar lo noticioso con lecturas sosegadas de la música popular. Sirva como ejemplo su primer trabajo, publicado en esta revista el 5 de junio de 1977, que llevó por titulo “Jesucristo marca registrada”. A lo largo de cuatro páginas, Manrique trataba el estreno del musical Jesucristo superestar desde un punto de vista que superaba lo puramente artístico, es decir, desde una óptica cultural y económica que analizaba el espectáculo como un fenómeno de masas inédito, el de presentar a Jesús como un producto más para el consumo.
Apogeo y caída. Aunque de forma tardía con respecto a otros países, Triunfo encauzó la información musical por nuevos derroteros. España no vivió la eclosión de las revistas de música hasta los años ochenta, de forma paralela al desarrollo de nuevos programas de radio y televisión. Con mayor o menor fortuna, comenzaron a dar sus primeros pasos Popular 1, Ruta 66 o Rockdelux, que tuvieron que enfrentarse, en un mercado cada vez más menguado, con otras publicaciones internacionales, como Kerrang!, Metal Hammer o la sempiterna Rolling Stones, que pervive, a pesar de todo, pero con un enfoque bien diferente al de sus inicios. Los dominicales de los diarios o Internet han terminado por aniquilar las fuerzas de muchas de esas revistas, sin financiación suficiente para continuar el camino. Existen páginas digitales, como la de Indyrock -puesta en marcha por Ideal de Granada-, que justifican la situación, con una documentación y una inmediatez a las que resulta difícil plantar cara. Dicho de otro modo: los elevados costes de la tradicional prensa musical impiden una competencia real con Internet; un medio que, de forma gratuita, puede ofrecer otros servicios, además de la información, a través de descargas, vídeos, etc.
Pero, quizás, el problema de estas revistas musicales no sea únicamente externo. No hay que achacar únicamente a factores ajenos el mal que les aqueja de forma interna. Probablemente, muchas de esas publicaciones no hayan sabido adaptarse a los cambios, como tampoco lo han hecho otros semanarios desaparecidos -ya sean de política, economía o literatura-. Probablemente, muchas de ellas hayan tendido a la información más superficial y acrítica. Probablemente, muchas hayan acatado con demasiada sumisión las directrices de la industria discográfica. Probablemente, muchas hayan sido una mera plataforma de grupos o sellos comerciales. Lo cual explica que el modelo en papel no era tan magnífico como se pintaba, y existen mayores parcelas de “libertad” en Internet. La “Red” no hace más que abrir las posibilidades del usuario, individualizarlas y dirigirlas a sus propios deseos. Algo que se puede aplicar también a la radio y a los programas musicales, que se sienten amenazados igualmente y sin capacidad para reaccionar. No en vano, cada navegante puede organizar sus propias sesiones musicales, sin tener que esperar las propuestas de una determinada emisora.
Asistimos, por tanto, a un nuevo esquema de la comunicación en todas las direcciones. En la música, todos estos cambios que promueve Internet tienen, quizás, mayor incidencia. En mi opinión, poco se puede hacer para recuperar ese tipo de prensa musical, que tanto innovó y tanto aportó, como se ha visto en el caso de Triunfo. Aunque es posible que quede mucho camino por recorrer en esos nuevos medios. El reportaje y el análisis pausado de lo que se cuece en la esfera de la música serían, quizás, buenas opciones para retomar aquellas revistas, que hoy no son más que vestigios nostálgicos de un tiempo pasado.

domingo, 12 de julio de 2009

Un viaje entre los sesenta y los noventa en 'LHS'

A la espera de que el señor Mateos deje sus obligaciones y se reincorpore a lo verdaderamente importante, 'La huella sonora' sigue su curso esta noche en Radio Guadaíra con una propuesta musical inolvidable. A partir de las once, pueden disfrutar, bien en sus casas, bien en sus respectivos coches, de un viaje entre los años sesenta y noventa, con temas de los Temptations, Aretha Franklin, Four Tops, Guns ´n´ Roses, Nirvana, Travis, REM o U2. Es decir, de todo un poco. Sin olvidar, claro está, la petición que nos hizo días atrás Manolo Olías: ese pedazo de canción del Bob Dylan más católico (no sé si habrá pillado el 107.7 en Estambul). Aquí les dejo el listado completo del programa.
- Franki Valli: 'Grease'.
- The Temptations: 'My girl'.
- Aretha Franklin: 'Natural woman'.
- Four Tops: 'Reach out I´ll be there'.
- Shangri-las: 'Leader of the pack'.
- Jimmy Ruffin: 'Black is black'.
- Bob Dylan: 'Precious Angel'.
- Dire Straits: 'Down to the waterline'.
- Guns ´n´ Roses: 'Nightrain'.
- Nirvana: 'The man who sold the world'.
- Travis: 'Sing'.
- REM: 'Belong'.
- U2: 'Where the streets have no name'.

sábado, 11 de julio de 2009

Depeche Mode cancela el concierto de Sevilla

Por noticias y rumores previos, más de uno barruntaba la anulación del directo que el grupo británico tenía fijado en Sevilla el próximo domingo, 12 de julio. Según las distintas notas aparecidas en la prensa, el motivo ha sido una lesión de David Gahan, vocalista y líder de la banda. Para ser más concretos: un "desgarro muscular en el interior del gemelo", producido durante la actuación de Bilbao, justo la anterior a la cita hispalense. Qué le vamos a hacer: el "Tour of the Universe" no desembarcará a orillas del Guadalquivir. Nuestro gozo se queda en un pozo, pero el dinero de las entradas, eso sí, vuelve a nuestros bolsillos. Que a más de uno nos va a venir bien, tal y como están las cosas.
El concierto de Sevilla no ha sido el primero en cancelarse (por cierto, no entiendo por qué muchos medios han utilizado el verbo "suspender", cuando no se ha planteado un regreso a Sevilla para hacer el espectáculo. Se trata de una "anulación" o "cancelación". "Suspender", y cito el diccionario de la RAE en su segunda acepción, supone "detener o diferir por algún tiempo una acción u obra"). Bueno, que me pierdo... Decía que el concierto de Sevilla no ha sido el primero en cancelarse. Entre mayo y junio fueron anulados también los directos de Atenas, Estambul, Bucarest, Sofía, Belgrado, Varsovia, Riga, Graz...; lo cual convertía el paso por España en una lotería. Y la suerte, o mala suerte, al final ha recaído en Sevilla, una ciudad poco acostumbrada a acoger conciertos de gran magnitud. David Gahan arrastra un mal estado de salud, derivado de una supuesta gastroenteritis sufrida hace dos meses. Digo lo de "supuesta" porque finalmente su enfermedad no era ésa, sino un tumor de vejiga, del que ya ha sido intervenido con éxito (todo esto lo extraigo de los comunicados oficiales publicados en la página web del grupo). A pesar de la gravedad del asunto, el cantante ha puesto voluntad para continuar con los conciertos y así lo ha hecho en muchas ciudades. En principio, la lesión muscular en el gemelo no tiene nada que ver con el tumor. Esperemos que no haya más; aunque visto el historial de Gahan...
En fin, seguiremos escuchando a Depeche Mode en discos, qué remedio. A partir del lunes 13 de julio debe iniciarse la devolución del dinero de las entradas en los mismos puntos de venta, y también, según exige Facua, la devolución de los billetes de transporte. Esperemos que no haya líos y no se repita el despropósito del concierto anulado por los Rolling en El Ejido en 2006.

lunes, 6 de julio de 2009

Morir a los 27

Hace un par de años, justo por estas fechas, visitaba el cementerio parisino del Père Lachaise de la mano de la curiosidad y un cierto interés malsano. Dicho sea sin eufemismos: de la mano del morbo. Al igual que hacen miles de turistas cada año, compré un plano a las puertas del camposanto y me dediqué durante varias horas a buscar las tumbas de los personajes célebres que allí reposan no con demasiada paz. Visité, cómo no, los nichos de Abelardo y Eloísa, Chopin, Balzac, Delacroix, Edith Piaf, Stein, Molière, Wilde y otros muchos que ni siquiera recuerdo. Entre todos ellos, el que mejor se quedó grabado en mi memoria fue Jim Morrison, el líder de los Doors, cuyo tumba destacaba y desentonaba entre las demás. En primer lugar, por la cantidad de visitantes que la rodeaban y la fotografiaban, custodiados por un gendarme de rostro cansado; y en segundo lugar, por la forma poco convencional o poco clásica del monumento, exento de todo signo religioso y con un cubículo donde sus seguidores más kitsch lanzan todo lo que se pueda imaginar: desde flores y poemas hasta chustas de porros.
Me fui del Père Lachaise con un sabor agridulce -lógicamente, no visitaba el lugar más alegre del mundo-, fascinado por la armonía del lugar -un parque apacible para pasear y alejado del bullicio de París-, pero decepcionado por el espectáculo morboso, del que yo mismo participaba. Resultaba triste, al menos para mí, observar cómo la tumba de una persona, su recuerdo físico -aunque sea en piedra-, puede llegar a trivializarse y convertirse en un fetiche más para consumir. Como un ídolo muerto, otro más, de la cultura de masas. Muerto cuando sólo contaba 27 años, por el exceso de las drogas y el alcohol.
El de Jim Morrison es un caso paradigmático de ese estúpido cliché del rock, del vivir deprisa y dejar un cadáver bonito. Y es, además, el caso más conocido y recurrente del famoso "club de los 27", ese grupo de músicos que han fallecido justo a esa edad, cuando estaban en el apogeo de su popularidad. Jimi Hendrix, Janis Joplin o Kurt Cobain murieron, curiosamente, a los 27 años, por causas parecidas, casi siempre relacionadas con algún tipo de adicción o arrebato de locura. Una mera coincidencia que se ha convertido en un motivo más de superstición para el mundillo de la música, e incluso en objeto de estudio -como si el tema tuviera peso suficiente para dedicarle una tesis doctoral-. Ya se lo dijo Joselito el Gallo a Ortega y Gasset: "Hay gente pa tó".
Lo crudo de este asunto no es el dedicar una visita o un estudio a estas estrellas del rock, sino el convertirlos en objeto de culto, como hacen miles de fanáticos, que ven en éstos modelos a seguir, no siendo siempre sus dotes musicales lo más importante. Lo que interesa es todo lo que rodeó sus biografías, lo que se vende como transgresión y genialidad, cuando realmente no hay más que imbecilidad o la frustración de unas vidas desperdiciadas. Interesan y hasta crean complicidad frases como las de Brian Jones, también fallecido a los 27 años: "Sí, quiero ser famoso. Y no, no quiero cumplir treinta años". Cita que ha pasado a la posteridad serigrafiada en camisetas y gorras -vaya honor-.
Una vez más se podría aplicar aquí la moraleja de valorar la obra y no al autor. Algo remotamente posible; mucho menos teniendo en cuenta a los personajes citados. No hace falta cuestionarse si esos artistas serían hoy igualmente admirados si continuaran vivos. Quizás, sus estrellas se hubieran apagado con el tiempo, a medida que envejecían. O quizás hubieran brillado aún más, con la cabeza asentada y libres del destino marcado.
(Por cierto, hoy cumplí 28. Ya no seré un "mito" del rock and roll).

domingo, 5 de julio de 2009

Un recuerdo al mejor Michael Jackson en 'LHS'

Desde que empezamos 'La huella sonora', hace ya varias semanas, la música de la Motown no ha faltado en el programa. Curiosamente, habíamos repasado canciones de Marvin Gaye, Diana Ross, Mary Wells, Thelma Houston y otros grandes artistas negros que catapultaron al sello creado por Berry Gordy a la cima discográfica; sin incluir, por esas casualidades de la vida, al buque insignia de ese proyecto musical, Michael Jackson. Su muerte el pasado 25 de junio ha sido la excusa irremplazable para reservarle el hueco que se merece en 'La huella sonora', en el programa que se emitirá esta noche en Radio Guadaíra (107.7 fm), como siempre a partir de las once de la noche. A modo de recuerdo o pequeño homenaje, podremos oír sus primeros éxitos con los Jackson Five y en solitario: temas no tan recordados como 'Maria', y otros célebres como 'Blame it on the boogie' o 'Billie Jean'. Para no saturar el espacio con tanto "rey del pop", también incluiremos en la segunda mitad del programa a otros autores que iban en la misma línea (del tipo de Quincy Jones, el gran productor de MJ; Barry White o Lionel Richie). Y cerraremos con una fritura mixta que irá desde Pink Floyd a Depeche Mode, principalmente para recordar que estos últimos estarán en concierto justo dentro de una semana en Sevilla. Les dejo el listado completo de autores y canciones que se escucharán esta noche (anímate, Alberto, y pide algo... que no sea música de capilla, claro).
- Jackson Five: 'I want you back'.
- Michael Jackson: 'Maria'.
- Michael Jackson: 'We´re almost there'.
- Jackson Five: 'Blame it on the boogie'.
- Quincy Jones: 'Ain´t no corrida'.
- Barry White: 'Let the music play'.
- Lionel Richie: 'Running with the night'.
- Pink Floyd: 'Learning to fly'.
- Jackson Browne: 'Running on empty'.
- David Bowie: 'Life on Mars?'
- Depeche Mode: 'I feel you'.
- Michael Jackson: 'Billie Jean'.