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Lo malo de estas confesiones de amor no son las personas, sino el crimen que se comete a la literatura. Hay quienes buscan metáforas de Bécquer y quienes se miran en el espejo del rock, en el manido "vive deprisa", tomando los ejemplos de personajes tan inefables como Sid Vicious, que, por no saber, no sabía ni tocar la guitarra, según cuentan algunos "compañeros". Jon Savage relata en England´s dreaming, la biografía de los Pistols, que Steve Jones tuvo que suplirlo en el estudio y que en varios conciertos se le apagaba deliberadamente el amplificador para que no fuera escuchado por nadie. Al parecer, se defendía medianamente en temas de tres acordes.
Tampoco era un genio Sid para la poesía. Tras la muerte de Nancy (según algunas versiones, asesinada por el propio guitarrista, tras una noche de desenfreno y drogas), éste le escribió unos versos que pronto aparecerán en los libros de texto de la ESO:
"Tu fuiste mi pequeña bebita,
y yo conocí todos tus miedos.
Busco la alegría abrazándote con mis brazos
y besando tus lágrimas.
Pero ahora te has ido.
Sólo hay dolor
y nada que yo pueda hacer.
Y yo no quiero vivir esta vida
si no puedo vivirla por ti.
A mi bebita, nuestro amor nunca morirá".
Qué le vamos a hacer. Es el día de las cerezas y yo ya me he levantado de la cama.
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