miércoles, 25 de febrero de 2009

Una serie de catastróficas desdichas: Al Green.


A finales de 2008, Julián Ruiz, uno de los popes de la crítica musical en España, publicó en el diario El Mundo una colección de semblanzas del rock contemporáneo. En ellas repasaba las biografías de intérpretes con trayectorias más o menos desgraciadas, que bien podría haber titulado como la película Una serie de catstróficas desdichas. Había algo que se repetía en todas aquellas historias: la perdición por el alcohol, las drogas y el sexo. Aparecían, cómo no, Freddy Mercury, Bob Marley, Marvin Gaye o incluso Prince (al que pintaba como un adicto a las mujeres bellas ¿?). Todas las semblanzas tenían, por tanto, el común denominador del tópico "rockandrollero", del "vivir deprisa"...

Me acordé entonces de un personaje que no estaba en ese grupo y que cumplía con los requisitos desgraciados, pero con unos mimbres bien distintos. Se trataba de Al Green. Aunque en su caso también aparecen el alcohol y las drogas, la desdicha de este intérprete viene por un camino inusual: la religión. Su ferviente conversión al cristianismo fue el motivo de su declive, por más que algunos quieran verlo ahora como un genio del gospel (música que me aburre y hasta me provoca nerviosismo).

La carrera de Al Green (Albert Greene es su verdadero nombre) comenzó en un ambiente humilde. Su padre era un mediero de Arkansas (una especie de bracero andaluz), que probablemente le inculcó los cantos agrícolas de los negros sureños. En 1964, con apenas 18 años, formó su primer grupo, Al Green and the Soul Mates, que innovó, según los que saben, en el R&B. Pocos años después, inició su trayectoria como solista, todavía sin un estilo muy definido, llegando a imitar a James Brown o Sam Cooke, sus grandes referentes. Su primer gran éxito le llegó con el álbum Al Green gets next to you (1970), donde, como curiosidad, incluyó una versión del "Light my fire" de los Doors.

Pero, sin duda, el hito de su carrera fue Let´s stay together (1972), que se convirtió en número uno y posiblemente en una de las canciones más memorables del soul (para mí es lo más de lo más, a pesar de que su letra no sea una maravilla). Después le siguieron otros pelotazos: I´m still in love with you (1972) y Al Green explores your mind (1974). El señor Green estaba entonces en lo más alto. Tenía todo el reconocimiento, toda la fama y todo el dinero posible, cuando le llegó la inevitable desgracia. En 1974, su pareja sentimental, Mary Woodson, le pidió matrimonio y él la rechazó. Según cuentan, la señorita se enervó tanto con Al Green que acabó tirándole una "olla de sémola hirviendo sobre la espalda mientras tomaba un baño" (véase Wikipedia), provocándole quemaduras de tercer grado en la mitad de su cuerpo. Woodson acabó suicidándose y Green con una depresión de "caballo".

El resultado de este culebrón fue el abandono de la música por parte de Green, es decir, la desdicha máxima para él y para sus seguidores. Después de meses de reflexión, el cantante vio este suceso como una llamada de Dios, por lo que decidió tomar el hábito como reverendo pentecostalista. (El pentecostalismo intenta re-bautizar a los creyentes, devolverles la fe... No sé si la olla de sémola tuvo algo que ver en ese camino místico). La religión absorbió la mente de Green con más fuerza que el alcohol y las drogas. Éste dedicó desde entonces toda su vida a los sermones y al gospel, al "gospel soul" como él lo llamó, que terminó desplazándole como artista.
La biogafía de Al Green es la historia de una oportunidad perdida, de una voz sacrificada por la religión. Y un ejemplo de que no sólo el alcohol, el sexo y las drogas han matado a las míticas estrellas de la música. Quizás, puestos a investigar, encontremos más casos parecidos.

Una lástima. El único consuelo que me queda son sus greatest hits previos a la alumbración divina.

Mientras soluciono cómo descargar el disco completo, os dejo un vídeo del Let´s stay together.
Por cierto... pregunta de trivial: ¿en qué banda sonora aparece este tema?
A ver los listillos...

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