viernes, 5 de marzo de 2010

La primera vez

La última entrega de los premios Goya tuvo, al menos para mí, un momento estelar, emocionante como ningún otro. Mucho más vibrante, dónde va a parar, que la aparición de Pedro Almodóvar para cerrar la gala y llevarse él todo el protagonismo. El instante al que me refiero fue la entrega del galardón honorífico a Antonio Mercero. No porque ese director haya sido santo de mi devoción (odiaba 'Verano azul' y 'Farmacia de guardia'), sino por sus circunstancias personales. Mercero padece, al igual que miles de personas en todo el mundo, alzheimer. Verle hacer un esfuerzo para reconocer a gente que hasta hace poco tiempo eran compañeros habituales te pone un nudo en la garganta difícil de digerir. Más aún, cuando escuchas las palabras de sus hijos recogiendo el premio. Decían que, al menos, su padre tenía la satisfacción de vencer a la enfermedad viendo una y otra vez Cantando bajo la lluvia como si fuera la primera vez.
No consuelan demasiado esas palabras, pero son hermosas. La memoria es una facultad necesaria, vital. Sin embargo, a veces, muchas veces, entorpece al asombro, a la sorpresa, también necesaria. Cuando vi por primera vez Cantando bajo la lluvia me quedé literalmente con la boca abierta. Y lo mismo me pasó cuando conocí a la Maga. O cuando escuché una canción que decía "something in the way she moves, attracts me like no other lover". Ahora, si vuelvo a ver de nuevo esa película, si leo otra vez Rayuela, o si escucho por enésima vez a los Beatles, la sensación no es la misma, no es tan intensa. Aunque sean obras maestras y tengan resortes ocultos para erizarte la piel cuando menos lo esperas. Los sentidos están ya preparados y la memoria pone sus barreras, por suerte.
Por suerte, y no voy a caer en la nostalgia barata, queda mucho por descubrir: libros, canciones, películas, personas... Así que a leer, a escuchar música, a ir al cine y... a eso. Buen fin de semana.

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