miércoles, 16 de junio de 2010

"Voz del pueblo, voz del cielo", por Fernando Quiñones

Uno, que se pasa el vivir entre el verso y la prosa, que respira el flamenco y que lo ha investigado un poco, que aun –dicen– hasta puede sugerir algunos cantes arduos, no ha sido capaz de urdir para ellos una letrilla medio usadera y, todo parece indicarlo, ya no lo va a ser nunca. He aquí las expresiones y los giros, sí; ésta es la medida; éstos, los temas. Pero, después, misteriosamente, el intérprete no se halla cómodo con las palabras concertadas que incluso le gustaron antes de empezar a cantarlas. Inútil eludir el culteranismo, buscar el tic popular o la encantadora incorrección literal: el “cantaor”, que es quien manda, no logra a la postre integrar los versos nuevos con las músicas viejas. Creo que se trata de un fenómeno mucho más español que hispanoamericano; yéndonos sólo a la Argentina, creo que Dávalos o bien Borges o Sábato, puros hombres de letras, pueden atinar, como muchos otros, con la voz del pueblo y que el pueblo incluso puede llegar a cantarlos, cosa que entre nosotros, españoles, es una verdadera excepción. Contra una idea tan extendida como errónea, Federico García Lorca no lo consiguió; Manuel Machado lo rozó apenas...

“Voz del pueblo, voz del cielo”, asienta el sanluqueño cante de “mirabrás”: pero, en todo caso, de un cielo bien pegado a la tierra, bien distante también de los dilatados anaqueles de libros y de la máquina de escribir: trasminando un antiguo olor inocente a leche y a sangre, a terrón campesino y a salitre de barca. Ya he pensado muchas veces que, para lograr buenas letras de cante, hay que saber no escribir. Uno puede acercarse a ellas y eso es todo; sólo nos quedan, luego, el consuelo y el gozo de algo que nada tiene ya que ver: la especulación. El valor y el calor de los descubrimientos en los que ni repara quien canta. El adjetivo insustituible:

Acuérdate cuando entonces
bajabas descalza a abrirme
y ahora no me conoces.

(“Acuérdate... descalza a abrirme”, ¡qué emanación de entraña, de horas íntimas, voladas ya como se vuela todo!). O la emotividad de una reiteración verbal, tartamudeante, eficaz, absurda, espléndida y claro que casi imposible de aceptar por separado de su accidentada y patética melodía, la de la “siguiriya” gitana:

Hijo de mi alma,
de mi corazón,
como “te acuestas te acuestas llorando”
me acostaba yo.

¿Quién daría con ese hallazgo, sino el instinto y la pasión fundidos con una ignorancia en gracia que únicamente desconoce la gramática? ¿Y qué Unamuno o Pirandello anónimos entregó en tan breves términos este monólogo, que trasparenta al tiempo todo un pasado de amor y todo un futuro de soledad?

¿Qué quieres que tenga?
Que me han dicho que tu cuerpo
se lo va a llevar la tierra.

O esta graciosa y magistral elipsis:

Te lo dije que pasaba:
casita del jabonero,
el que no se cae, resbala.

No, no podríamos. No podríamos tramar la siguiente y descabellada asociación que surge de golpe en la garganta del cantaor, empujada por cándidos e inconcebibles etimologías y conceptos:

“Ca” vez que mientan a Francia
me acuerdo de tu presencia,
porque entre Francia y Francisca
no es grande la diferencia.

O bien:

“Sentaíto” en la escalera,
esperando el porvenir
pero el porvenir no llega.

Pulidas y siempre relucientes, como las piedras que el mar retira y devuelve, las letras del cantor del pueblo, que nada sabe, lo saben todo. Arjona salteño o Kalinka rusa, Old man Mose de Nueva Orleans o Llorona de Méjico, Percanta porteña, Amparo andaluza o Madame Doré de París o Venecia, están, por suerte, más allá y más acá de la literatura.

(Diario de Cádiz, 10 de marzo de 1967)

2 comentarios:

  1. Сryptocurrencies - Titanium Darts
    Сryptocurrencies. Сryptocurrencies. Сryptocurrencies. titanium astroneer Сryptocurrencies. Сryptocurrencies. titanium exhaust tips Сryptocurrencies. babylisspro nano titanium spring curling iron Сryptocurrencies. titanium septum jewelry Сryptocurrencies. titanium money clip Сryptocurrencies. Сryptocurrencies. Сryptocurrencies. Сryptocurrencies.

    ResponderEliminar